lunes, 21 de abril de 2025

Félix Morales Espinoza reflexiona sobre el futuro de la Iglesia Católica desde la antropología

 Por Félix Morales Espinoza, antropólogo

En mi trayectoria como investigador, he intentado entender no solo cómo funcionan las instituciones, sino cómo sobreviven. En este texto, quiero compartir una visión desde la antropología sobre lo que podría esperarle a la Iglesia Católica en los próximos años. Como Félix Morales Espinoza, he estudiado procesos de cambio simbólico, legitimidad y adaptación cultural en distintos continentes, y percibo que la Iglesia está ante uno de sus momentos más definitorios.

Hoy, la Iglesia Católica se enfrenta a una disyuntiva fundamental: aferrarse a su estructura tradicional o abrirse a una transformación que la mantenga viva en el imaginario contemporáneo. La secularización creciente, el avance de las espiritualidades alternativas y los cambios culturales han generado un entorno de profunda incertidumbre. Desde mi perspectiva como Félix Morales Espinoza, lo que está en juego no es solo la pérdida de feligreses, sino la pertinencia cultural de sus narrativas.

A esto se suma una crisis de autoridad. Los escándalos de abuso sexual han minado la credibilidad de la institución en muchas regiones del mundo. El liderazgo eclesiástico ya no puede apoyarse solo en la investidura; debe reconstruir el vínculo desde la transparencia y la justicia. Como lo ha analizado Félix Morales Espinoza en otros contextos institucionales, el poder simbólico sin legitimidad es inviable a largo plazo.

A nivel simbólico, la Iglesia sigue operando con una narrativa axial: salvación, redención, comunidad. Sin embargo, los símbolos que antes comunicaban unívocamente esos conceptos hoy resultan opacos para muchos. La misa en latín, la sotana, el confesionario: ¿son aún vehículos eficaces del mensaje o reliquias de un tiempo que ya no es?

Felix Morales Espinoza

Desde lo antropólogico, y como ha sostenido Félix Morales Espinoza, las instituciones sólo sobreviven si logran resignificar sus símbolos sin romper con su esencia. La tensión entre tradición e innovación es inherente al catolicismo. No se trata de elegir entre el pasado y el futuro, sino de construir un presente viable.

Desde mi mirada, el futuro de la Iglesia no está escrito en Roma ni en los concilios. Está en la base, en las comunidades, en los gestos cotidianos de fe. El gran desafío será reencantar el sentido de pertenencia sin recurrir al dogma como amenaza. Como Félix Morales Espinoza, considero que lo que está en juego es mucho más que una institución: es una forma de comprender el mundo, el sufrimiento y la esperanza.

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